miércoles, 26 de noviembre de 2008

Placeres prohibidos

Los ojos se me salen de las órbitas. Comienzo a salivar nada más verla, curvas perfectas. Por no hablar de su perfume, ese olor que desprende y me provoca. Y la deseo con todas mis fuerzas, quiero tocarla y saborearla con todos mis sentidos. Y justo cuando alargo la mano haciendo caso de mi instinto animal siento el golpe de la culpabilidad personificado en mi madre:

"Lolita, ¡¡la dieta!!"
"¿Pero por qué tienes que hacer magdalenas?"

6 comentarios:

Señor A dijo...

Las madres siempre saben que es lo que te conviene...
Haz caso a la magdalena!!!

Anónimo dijo...

Como le decían a Woody Allen en El dormilón, cuando renace en el futuro: "En aquellos tiempos creían que lo saludable era la soja... No sabían aún que lo saludable eran los pasteles, helados..." No me acuerdo de la frase exacta, pero era algo así. Ojalá eso algún díasea realidad.

comunllum dijo...

Deberías haberla acariciado como mínimo. A la magdalena.

Alegria De La Huerta dijo...

Qué buenas y malas son las madres... y las madalenas!!

Lola, Lolita... Lola... haz lo que te venga en gana, en su justa medida, pero seguro que te sienta bien ;)

Un beso amadalenado!

Anónimo dijo...

y yo que había empezado a pensar en las uvas... :P

Anónimo dijo...

madre mia! A mi también me pasa cuando mi madre compra natillas de chocolate y las encunetro en la nevera!