martes, 25 de septiembre de 2007

De nuevo


Mañana empiezo las clases así que para mí es como empezar un año nuevo. El 31 de diciembre sólo es un paréntesis, un descanso...
Si soy sincera, no tengo nada de ganas de empezar. Es más, he estado a punto de dejarme la carrera y cambiarme a otra. Me doy asco cuando empiezo ya apática porque para eso está el mes de febrero pero a veces tengo la sensación de que hace mucho tiempo que tropecé y nunca he terminado de caer. Y esto de no llegar a tocar fondo nunca produce una sensación de agobio imposible de soportar.

Algunos me dicen que este año va a ser diferente y que todo va a ir mejor. Sé que es mentira pero agradezco esa falsa esperanza porque cuando la siento recuerdo que a veces soy una persona y no un robot. Últimamente lo hago todo automáticamente, como una máquina que puedes enchufar y desenchufar según te convenga. Sin sentir, sin pensar, sin vivir...

Que nadie piense que soy negativa, en realidad siempre me estoy riendo de todo. Si tuviera suficiente disciplina como para estar sentada más de una hora en el mismo sitio podría escribir algún monólogo. Quizás tenga un talento desaprovechado (ves, ya estoy haciendo chistes).

En mi clase hay gente que me cae mal. En realidad no me sé el nombre de nadie. Algunas de mis amigas han acabado la carrera hace tiempo y aún están buscando trabajo por eso no conozco a nadie. He intentado integrarme con algunos pero he fracasado en mi misión. Los grupos son bastante cerrados así que muchas veces me siento sola (en la silla). Una vez empezaron a poner todos los abrigos a mi lado y me atrincheraron. Cuando me cansé moví el codo disimuladamente y la montaña de ropa cayó al suelo... no me molesté en recogerlo. Hay una chica que me cae muy mal. Siempre le digo hola cuando entro a clase y nunca me contesta y una vez la muy guarra me tiró una notita que decía "¿me dejas los apuntes de SS.SS.?" Yo le iba contestar a mi modo (es decir, "y una polla") pero le dije que no educadamente. Esto de ser una pardilla ignorada lo llevaría bien si no tuviera que hacer trabajos de grupo.

Total que mañana empiezo con mala cara y con mucha incertidumbre. Aún no sé ni cual es mi aula. No tengo el horario cuadrado del todo, no sé si me admitirán el cambio de grupo que he solicitado. Tampoco sé las asignaturas definitivas que me voy a coger. Todas estas cosas me ponen de malas pulgas...

Buf, por un momento me he animado escuchando una canción de Fu Manchu pero ha sido una falsa alarma. Por un momento he pensado que mañana haría amigos...




martes, 18 de septiembre de 2007

Vinilísima

Cuando era pequeña tenía unos altavoces bastante grandes encima del armario. Mi padre me los había puesto para que escuchase música desde mi cuarto. El tocadiscos estaba en el salón así que yo me pasaba tardes enteras haciendo conciertos. Llenaba los sofás de muñecos de todos los tamaños. También tenía un muñeco de falla (mi padre es bombero y alguna vez me ha rescatado de las llamas algún muñeco de cartón). Este muñeco era muy especial porque era un niño negro un poco más alto que yo así que siempre era mi pareja de baile... Ahora es cuando os podéis burlar de mí... porque los discos que me ponía eran de los payasos (Miliki y familia sí). Mis padres acabaron un poco hasta las narices de tanto "si toco la trompeta tarataratareta" y esa es la razón de tener unos altavoces encima del armario...
Aprendí pronto a ponerme los vinilos yo sola sin cargarme la aguja así que aparqué un poco el como están ustedes para ponerme a David Bowie. Mientras jugaba a vete tú a saber qué siempre había un hilillo musical en mi habitación (no como en los centros comerciales sino mejor). Según qué fuera a hacer me ponía un disco. Lou Reed, Bauhaus, Teresa Rabal y sobretodo Led Zeppelin...

Y por fin llegó mi gran momento... me compré un tocadiscos para mí sola. Aún recuerdo mi primer vinilo, el "Rock transgresivo" de Extremoduro. Tenía ocho años. Poco a poco fueron llegando otros. Pink Floyd, Prince, Dire Straits... y los más significativos para mí, los de Nirvana. Qué sorpresa me llevé al ver el vinilo de color blanco en el Unplugged in New York...
Cuando tenía 15 años ya estaba la fiebre del cd pero yo me resistía. A veces llegaba a casa y me pasaba las tardes escuchando vinilos tumbada en la cama. No sé por qué pero me encantaba escuchar "el huevo frito" que sonaba al principio y al fin de las caras A y B. Alguna amiga mía se burlaba de mí y me llamaba "anticualla". A mí me daba igual. Yo era feliz cada vez que me gastaba mi paga semanal en UFO (tienda que ya desapareció).
Cuando me acostumbré al discman apareció el mp3 y todos mis amigos me intentaban convencer de que los avances tecnológicos mandan. Yo nunca digo nada al respecto... Sólo sé que ya no es la misma emoción. Sí vale, tengo 500 canciones en un aparatito minúsculo y lo llevo enchufado a todas horas, pero ya no siento esa espectación de antes. El romanticismo ha desaparecido por completo.




He pensado que quizás soy una nostálgica o algo peor, que quizás sólo lo siento yo... pero me equivocaba. Hace poco le regalé un vinilo a mi padre de Uriah Heep y en cuanto lo vio nos trasladamos diez años atrás en el tiempo. Por la cara que puso me di cuenta de que aún quedamos "vinilísimos".

La parte negativa de esta historia es que los vinilos se han vuelto a poner de moda, tanto que hasta en la Fnac los venden. Y como dicen los mutantes ahora todo el mundo es tonto o moderno (y como en la Fnac abundan bastante estos dos adjetivos paso de hacer negocio con ellos).
De vez en cuando visitamos las tiendas de segunda mano o los rastros y rescatamos algunas joyas de las de verdad, de esas en las que puedes escuchar no sólo el huevo frito sino la freidora entera...

domingo, 16 de septiembre de 2007

¿Qué llevas en el coche?


Como hoy es domingo voy a poner algo suavito aunque puede que me arrepienta porque ya estoy yo demsaiado relajada hoy...

El vídeo es de Calexico, canción Cruel del álbum Garden Ruin: