Mi hermana Sara tenía cinco años en el año 91. Ella siempre ha sido (y sigue siendo) muy guapa. Pero además, cuando era pequeña tenía un salero especial, muy espontáneo. Quizás con los años lo ha perdido un poco debido a su timidez, aunque yo sé que más que perdido está reprimido...
El caso es que una tarde estábamos ella y yo sentadas con mis padres en el sofá, escuchando música, una nueva casette de Queen, el Innuendo. Espero que todos recordéis esa canción, empieza muy rockera pero hay un interludio con guitarra flamenca. Lo que se me ha quedado grabado a fuego en mi memoria, a pesar de los años que han pasado, es a Sara levántandose de un salto al escuchar esa guitarra y darse un bailoteo, taconeando y levántandose la falda como si ese fuera su último baile. Y también recuerdo a mis padres y a mí aguantándonos la risa y mirándonos alucinados por ese ataque de mi hermanita pequeña la modosita.
En fin, este es mi homenaje a Freddy Mercury en el vigésimo aniversario de su muerte. Es curioso como la música nos acompaña a lo largo de toda la vida y muchas veces, saca lo mejor que llevamos dentro.
Cuando me operaron de las muelas del juicio lo pasé fatal sobre todo la noche de antes. Y es que no pude dormir pensando que me desmayaría con la boca abierta y anestesiada y que nadie se daría cuenta... Son de esas fobias tontas que atacan a una de la manera más irracional.
Lo más curioso de todo es que al final me porté como una campeona. No me mareé, al menos no en la sala del dentista. No tuve pensamientos negativos. Y lo mejor de todo es que no me pasó nada de todas las posibilidades de morirme allí mismo que pensé media hora antes de entrar al matadero.
Pero debo reconocer que hice trampa. Media hora antes me bebí un litro y medio de tila, porque para alguien como yo, una simple infusión no hace efecto. El medio litro funcionó. Y mientras el dentista tiraba de mi muela dejando todo el peso de su cuerpo sobre mi frente, yo pensaba en esto:
Y salir supongo que saldré... pero es tan difícil luchar contra los hijos de puta... porque parece que siempre ganan.
Y hoy me rindo, tal vez otro día tenga algo más de fuerza y piense que ningún hijo de puta me va a hacer la vida imposible, aunque viva bajo el mismo techo que el mío...