martes, 18 de septiembre de 2007

Vinilísima

Cuando era pequeña tenía unos altavoces bastante grandes encima del armario. Mi padre me los había puesto para que escuchase música desde mi cuarto. El tocadiscos estaba en el salón así que yo me pasaba tardes enteras haciendo conciertos. Llenaba los sofás de muñecos de todos los tamaños. También tenía un muñeco de falla (mi padre es bombero y alguna vez me ha rescatado de las llamas algún muñeco de cartón). Este muñeco era muy especial porque era un niño negro un poco más alto que yo así que siempre era mi pareja de baile... Ahora es cuando os podéis burlar de mí... porque los discos que me ponía eran de los payasos (Miliki y familia sí). Mis padres acabaron un poco hasta las narices de tanto "si toco la trompeta tarataratareta" y esa es la razón de tener unos altavoces encima del armario...
Aprendí pronto a ponerme los vinilos yo sola sin cargarme la aguja así que aparqué un poco el como están ustedes para ponerme a David Bowie. Mientras jugaba a vete tú a saber qué siempre había un hilillo musical en mi habitación (no como en los centros comerciales sino mejor). Según qué fuera a hacer me ponía un disco. Lou Reed, Bauhaus, Teresa Rabal y sobretodo Led Zeppelin...

Y por fin llegó mi gran momento... me compré un tocadiscos para mí sola. Aún recuerdo mi primer vinilo, el "Rock transgresivo" de Extremoduro. Tenía ocho años. Poco a poco fueron llegando otros. Pink Floyd, Prince, Dire Straits... y los más significativos para mí, los de Nirvana. Qué sorpresa me llevé al ver el vinilo de color blanco en el Unplugged in New York...
Cuando tenía 15 años ya estaba la fiebre del cd pero yo me resistía. A veces llegaba a casa y me pasaba las tardes escuchando vinilos tumbada en la cama. No sé por qué pero me encantaba escuchar "el huevo frito" que sonaba al principio y al fin de las caras A y B. Alguna amiga mía se burlaba de mí y me llamaba "anticualla". A mí me daba igual. Yo era feliz cada vez que me gastaba mi paga semanal en UFO (tienda que ya desapareció).
Cuando me acostumbré al discman apareció el mp3 y todos mis amigos me intentaban convencer de que los avances tecnológicos mandan. Yo nunca digo nada al respecto... Sólo sé que ya no es la misma emoción. Sí vale, tengo 500 canciones en un aparatito minúsculo y lo llevo enchufado a todas horas, pero ya no siento esa espectación de antes. El romanticismo ha desaparecido por completo.




He pensado que quizás soy una nostálgica o algo peor, que quizás sólo lo siento yo... pero me equivocaba. Hace poco le regalé un vinilo a mi padre de Uriah Heep y en cuanto lo vio nos trasladamos diez años atrás en el tiempo. Por la cara que puso me di cuenta de que aún quedamos "vinilísimos".

La parte negativa de esta historia es que los vinilos se han vuelto a poner de moda, tanto que hasta en la Fnac los venden. Y como dicen los mutantes ahora todo el mundo es tonto o moderno (y como en la Fnac abundan bastante estos dos adjetivos paso de hacer negocio con ellos).
De vez en cuando visitamos las tiendas de segunda mano o los rastros y rescatamos algunas joyas de las de verdad, de esas en las que puedes escuchar no sólo el huevo frito sino la freidora entera...

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Puedes explicar, por favor, el paso de Miliki a David Bowie. Me ha entrado la duda existencial. Es una evolución, no? Me encanta leerte y saber de ti y de tu pasado. Pagaría por ver esos años. Besos Lo.

GUIZMO dijo...

Yo ni lo he sido ni lo soy pero siempre me ha parecido fascinante la nostalgica naturaleza de la gente "vinilista". En serio.

Almagato dijo...

¿El titulo del post tiene algo que ver con el programa de Radio San Vicente?

Por cierto, si Guizmo no se moja, yo tampoco

Un saludo desde MB

Mirko dijo...

Increíble lo de mencionar a Teresa Rabal al lado de Lou Reed...
Creo que asociamos los vinilos a los recuerdos de una época que nunca volverá...a mí me pasa algo similar a la música ochentera, aquella que oía de niño por la radio a todas horas y que grababa en mi cassete,y luego pal walkman mientras iba a la playa en mi bicicleta...ains...

closada dijo...

¡Viva el vinilo!

Lo de la FNAC no tiene nombre, con esos vinilos modernos a precio desorbitado. Afortunadamente, aún quedan tiendas donde venden vinilos de grupos desconocidos (¡ese punk-rock ramonero!), y lo mejor, en formato 7".

¡Larga vida al vinilo! ¿No te pone los pelos de punta la contundencia que sale al poner un vinilo por primera vez? ¡Es brutal!