Hace un tiempo, no mucho, mi vida era algo parecido a una escalera. Podía ser más fácil o más difícil pero al menos sabía hacia dónde me dirigía, hacia arriba. Era lo que se conoce como una chica formal, era una tipa seria, como dirían los Coen...
Cuando me di cuenta de esa rectitud, cuando empezaron a tratarme como a una adulta, entonces me entró el pánico y comencé a involucionar.
Intento ser positiva aunque me de un poco de asco la gente excesivamente feliz. Y creo que no lo he llevado tan mal dentro de lo que cabe. Nunca cuento nada (o siempre cuento todo, según se mire), pero todo este año pasado ha sido un poco desastroso...
Perdí a mi parte contratante y durante un tiempo no sabía muy bien qué hacer. Me sentía desubicada, como si no hubiese tenido un pasado y tampoco existiera el futuro. Ahora que ya ha pasado cierto tiempo me alegro por él, al fin y al cabo yo no era chica para él (porque tampoco soy tan tonta como para darme mala publicidad y decir que no lo soy para nadie) y seguro que ya ha encontrado a alguien más apañada que yo, o al menos con los mismos intereses (que eso es importante aunque no lo parezca). Seis años pensando que la cosa es definitiva, haciendo planes y luego la caída es tremenda. Por otro lado, mejor que hayan sido seis y no diez años... (he dicho ya que intento ser positiva no?)
Y aunque he sacado el curso adelante me ha costado lo suyo porque no lo he llevado al día para nada, y ahora que ha empezado el nuevo curso ya se me empieza a acumular la faena... pero eso es otra historia. También me pasé todo el año con visitas al médico. Y me he cansado de tanto pinchacito, tanto medicamento y tanta cara de póquer. Hasta 220 pulsaciones he llegado en un estado normal. Un ataque al corazón será lo que me mate lo más probable dice el médico. A no ser que me siente en una mesa de cristal como el otro día y acelere el proceso... Podría decir que de algo hay que morir pero la verdad es que no son buenas noticias para mí y a veces lo llevo fatal.
Y me siento más sola que la una. Y a veces me siento muy bien y me digo que para alante. Y otras veces, como hoy, me siento al borde del abismo. Tuve un profesor que decía que yo era muy dramática, es cierto que me va el teatrillo de vez en cuando pero no tengo la culpa de pensar con las vísceras. Otro profesor me decía, muy cariñosamente, "Ay Lola, no me des tormento". Y esa es la frase que yo me repito ahora continuamente: "Lola, no me des tormento"...
Ahora la escalera parece un vórtice de entropía y yo siento que me caigo al vacío. Supongo que algún día pararé o me estrellaré, da igual, el caso es llegar...