jueves, 22 de septiembre de 2011

Ignatius J. Reilly


Era un hombre gordo, pretencioso, asqueroso y un poco entrañable... y ahora es mi héroe hasta que me ponga a leer otra cosa...

El caso es que hasta me he sentido ligeramente identificada, incluso en lo de la gordura (aunque la mía es bonita y además no lo soy tanto)

Deberían de azotarme hasta que perdiera el sentido... Al menos es lo que diría Ignatius (y yo estoy de acuerdo)

2 comentarios:

Jorge dijo...

¿No te ocurrió que después de tanta carcajada, las dos últimas páginas te llenaron de una profunda tristeza? Ignatus no está preparado para el mundo...

Lola Alted dijo...

Es cierto Jorge. El libro me dejó extraña unos días...

Ahora voy a empezar a leer Middlesex de Eugenides, a no ser que me recomiendes algo imprescindible que deba empezar ya.