Quieres, pero no puedes.Cuando tu vida deja de ir en línea recta y se convierte en una espiral infinita, ¿qué haces?
Cuando sientes que la historia se repite una y otra vez... te sientes estancado y lo asumes. Te acostumbras a verte como a un actor secundario en una historia sin final.
Que digas que las circunstancias de tu vida sean inevitables no significa que sean naturales.
Te rindes, te acomodas... y te regodeas en tu propia mierda. Dejas de luchar, y dejar de luchar es perder. Y cuando pierdes te sientes solo. Pero no te equivoques, otros muchos están igual que tú, incluso peor. Pero siempre pensamos que somos únicos cuando fracasamos.
Te bloqueas.Te anulas.No quieres ser tú. No quieres la vida que llevas. No te reconoces.
Quieres cambiar de actitud. Levantarte con fuerzas por las mañanas para afrontar un nuevo día que es igual al de ayer. Deseas relacionarte con todos, incluso con la vecina de arriba que te cae tan mal. Pero la realidad es otra. Te cuesta levantarte por las mañanas y quieres que llegue la noche para meterte otra vez en la cama. Para cambiar de actitud tiene que cambiar tu vida... o para que cambie tu vida tienes que cambiar de actitud??
Ya has vuelto a caer en la espiral diabólica.
No desesperes.Esta vez la has cagado pero bien. Sabes que nadie va a ayudarte y aun así has metido la pata hasta el fondo. Tienes un historial de equivocaciones bastante amplio pero no parece importarte. Lo que sí te sorprende es cometer siempre los mismos errores. Año tras año tropiezas siempre en la misma piedra, pero no en una pequeña, no. Eso sería demasiado fácil y en realidad te gusta lo complicado. Siempre te estrellas en esa piedra con el cartel luminoso. Sí, sí, esa que pone con letras bien grandes "TROPIECEN AQUÍ". Evidentemente, si la piedra es la misma, las excusas también.
Hace tiempo que te sientes fuera de lugar. Tienes la sensación de no encajar con nadie. Ni la música puede ayudarte...
No quiero deprimir a nadie con toda esta palabrería. Ya no soy la de antes. O sí. Siempre lo seré. Yo soy la de la piedra gigante. Sigo lloriqueando cuando siento mi pecho oprimido, pero lloro porque es una cuestión de salud mental. Cuanto más lloro, mejor me siento. Pero ahora hay una pequeña diferencia. Antes me quedaba dormida después del llanto. Ahora me miro en el espejo y me abofeteo. "Plas, plas. Asúmelo coño". Y entonces empiezo a pensar con más claridad. Porque admitámoslo, siempre podemos contar con alguien... sólo está en nuestras manos hacerlo o no. Y otra cosa que he sacado en claro, cuando tomas una decisión hay que ir adelante con ella, si descartas otras posibilidades, descartadas quedan. Porque esa espiral sí que es peligrosa.
¿A que me estoy haciendo mayor?